Mal comportamiento... del niño o de los padres?

En ocasiones, nosotras las madres, solemos pensar ¿qué le pasa a nuestro hijo o hija, para que reacciones de una manera agresiva o carente de normas?...

Se nos cruza por la mente: ¿qué estoy haciendo mal? ¿por qué mi hijo/a se porta así? ¿a quién está imitando o de quién ha aprendido a tener este mal comportamiento?, entre otras ideas que vienen acompañadas con sentimientos de culpabilidad, miedo, hastío ante la situación e incluso agresividad en nuestros actos para corregir o calmar, de una buena vez, el problema.
Es muy cierto que si queremos que nuestros pequeños lleguen a autorregular sus conductas, el primer paso a efectuar es poder autorregularnos nosotras mismas (no es mi intención excluir a los padres, pero ellos no suelen vivir en la misma intensidad las vivencias de nuestros pequeños, sobre todo en los primero años).


Pero, ¿qué es la autorregulación?


La autorregulación es la habilidad de todo niño para controlar su forma de comportarse. Se

desarrolla con el tiempo e involucra aspectos del desarrollo social, emocional y cognitivo. 
En un sentido práctico, se puede entender como la integración exitosa de lo que siente un niño (emoción) y lo que el niño sabe o puede hacer (percepción), que da como resultado un comportamiento apropiado.

Existen factores que ayudan a que un niño pueda autorregularse: 

  • Edad: la autorregulación se desarrolla a medida que los niños crecen.
  • Biología: tomar en consideración el temperamento del niño y la forma de responder a situaciones estresantes.
  • Relación padres-hijos; cuidadores-niños: incluye la manera de responder a las necesidades del niño. Tomar en consideración que el ejemplo del adulto para resolver conflictos sociales, facilitará o empeorará la forma en la que los niños consigan autorregularse.
  • Desarrollo del lenguaje: especialmente, para nombrar las emociones y es en base a ello, que los niños aprenderán a reconocer las emociones y cómo se presentan (por ejemplo, cuando estoy triste, tengo ganas de llorar, hago pucheros, etc.; cuando estoy enojado, me da ganas de gritar, de patear, de lanzar cosas, etc).
La autorregulación incluye la habilidad de controlar los impulsos, por lo que mientras más pronto pueda un niño autorregularse, más pronto estará preparado para la escuela.



Ahora, sabiendo qué es la autorregulación, podemos preguntarnos ¿cuál es la edad apropiada para enseñar a autorregularse a un niño?


En la Infancia
Hasta que el bebé cumpla, por lo menos seis meses de edad, depende completamente de los proveedores de cuidado para manejar su estrés, puesto que él no tiene desarrollada aún, la habilidad para autorregularse. Esta es la gran tarea de los padres o cuidadores: responder a las señales del bebé de forma consistente.
Durante el primer año, los bebés aprenden lo que se siente satisfacer sus necesidades, y gradualmente, aprenden a crear ese sentimiento (conocido como “autocalmarse”) con menos ayuda por parte del adulto.

En la Niñez:
Durante la etapa, los niños aprenden más sobre los sentimientos y empiezan a conectar situaciones con emociones. A menudo, se podrán notar los cambios extremos en sus manifestaciones emocionales (que van de la risa al llanto o viceversa).
A medida que la autorregulación y las habilidades de lenguaje se desarrollan, sus berrinches y arrebatos emocionales, se vuelven más manejables y surgen con menos frecuencia. Siempre y cuando las condiciones socioambientales sean adecuadas y efectivas, por ello, de la importancia de la figura de un adulto (padres o cuidadores) que enseñen el manejo de emociones.

En el Preescolar:
Entre las edades de 3 a 5, los niños empiezan a entender las relaciones entre sus sentimientos y su comportamiento. Esto significa que durante estos años, es crítico para los padres y los proveedores de cuidado, ayudar a los niños a identificar e implementar las estrategias de autorregulación, como la práctica de esperar y nombrar las emociones.
Para los padres de los niños en edad preescolar, esto involucra el establecimiento de límites y expectativas del comportamiento.

Bien, ahora que ya se sabe la importancia de que los niños pequeños aprendan estrategias de autorregulación, salta a la vista la pregunta: ¿qué puedo hacer como madre para ayudar a mi niño para que logre una adecuada autorregulación?
  • Es necesario predecir posibles situaciones que causen malestar en el niño y ello, conlleve a una serie de comportamientos irregulares (llanto, gritos, pataletas, etc.).
  • Mantener un tono de voz adecuado... Respire hondamente y cuando se sienta frustrada o molesta, recuerde "su niño está aprendiendo a autorregularse, a partir de lo que usted, vaya enseñándole. 
  • Sea responsiva a las necesidades de su pequeño (hambre, cansancio, afecto, etc.). Evite el llanto.
  • Busque las "señales" que le permitan anticiparse a posibles malos comportamientos. Por ejemplo, si su niño tiene sueño, es muy difícil que desee realizar algún mandato o pedido suyo. 
  • Encuentre maneras de decir sí en lugar de no. Por ejemplo, “puedes golpear esta olla con una cuchara” en lugar de “No golpees el vaso en la mesa”.
  • Dígales lo que es posible en lugar de lo que no es. Por ejemplo, diga “Camina por favor” en lugar de “No corras”.
  • Nombre las emociones, usando palabras como feliz, triste, avergonzado, y orgulloso para describir cómo se siente.
  • Anticipe las transiciones y anuncie por anticipado los cambios en las rutinas cotidianas normales.
  • Ofrezca oportunidades para la creatividad y el juego



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